Eso es lo que he tenido durante todos estos meses en que no he actualizado mi blog. Extrañé mucho el hecho de no plasmar cada ocurrencia y vivencia que, en algún momento, pensé que mi ser más profundo moría y se convertía en otra persona; no sé si mejor o peor, pero otra persona ajena a mi esencia.
En estos meses han pasado tantas cosas… La naturaleza se ensañó con mi pueblo natal, la navidad careció del ambiente festivo que siempre la caracteriza; para que hablar del año nuevo, pasó sin pena ni gloria, nefasto.
Luego, llegaron los anhelados (no sé si tan merecidos) viajes. Primer destino: Iquique. Segundo destino: Santiago de Chile. Me perdí el primer concierto de The Used en Chile (todo por un examen que no aprobé), pero dos meses después pude ir al de My Chemical Romance, que resultó ser todo un cóctel de hormonas adolescentes y efervescencia exagerada. Al menos no estuve sola; digo, no fui la más vieja en Arena Santiago.
Llegó el fin de las vacaciones, y con ellas el aborrecido regreso a clases. Al fin puedo decir que llego a mi propia casa en Antofagasta. Se acabó el hecho de andar como gitana a fin de año, con mis pertenencias de un lado a otro y sin residencia fija. También se vino el reencuentro de 'Las Cuatreras', carretes en cerros, casas y donde fuera. Llegó el estrés y la sensación de no retener ni procesar la materia, las pruebas, los cálculos matemáticos respecto de las notas, las disertaciones, los desvelos, etc.
Se vino el reencuentro con Rossy, y los intentos fallidos de junta con Andrea. Volvieron esas vueltas (así como que no quiere la cosa) durante los fines de semana, en especial de noche, para ver a Bert, que nunca pillé allí y que un día en el centro se me apareció, cuando 'llovió' sobre Antofagasta.
Se desató la revolución universitaria. Hay voces en la UCN que dicen no estar contentas con la situación económica de la casa de estudios; específicamente, los altos aranceles. Consecuencias: un paro con carácter 'evaluativo' y una toma que hasta el día de hoy dura. No sólo se sublevó la clase estudiantil. El petróleo hace de las suyas con su elevado precio y la locomoción fue capaz de incomunicar la ciudad de Antofagasta a través de un paro que parecía indefinido. Los camioneros que protestaban por la misma causa en La Negra también lograron una cuota de incomunicación. El país estuvo de cabeza por días y muchos pensaban que la situación del '73 estaría a punto de repetirse. El fantasma de esa década (y sus consecuencias) aún pena fuerte en la memoria colectiva chilena.
Una abuela se queja que no puede pagar sus cuentas en un banco, y sale enojadísima de tal institución y ningunea a todos. Me pide que la lleve a Servipag. Otra abuela tiene miedo a que la situación de los años '70 se vuelva a repetir. Teme por su vida y no quiere llegar al punto de hacer filas para reservar sus alimentos.
No tengo nada que hacer. La materia a estudiar es poquísima porque no se alcanzó a pasar más contenido antes del paro. Parece no haber señales de tregua entre el gobierno estudiantil y las autoridades universitarias. He quedado sin vacaciones de invierno, y posiblemente me he quedado también sin vacaciones de septiembre ni de verano. Aún así, creo que esta es la forma mediocre de pensar; por tanto, es mejor pensar que se está haciendo frente a una causa común, que debe ser conseguida a como de lugar. Después de todo, seremos nosotros quienes manejen el mundo.
Estimo que es la hora de dejar que Morfeo se apodere de mi mente y mis pensamientos. Ojalá me haga soñar con Bert o Franco Antonio. Cualquiera de los dos me sirve para tener un hermoso sueño. Espero no soñar con la muerte, la pérdida de dientes, ir escapando de un asesino serial ni con las 'Tigresas del Oriente'.
Cuídense por montones.
Adiós!!!
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