Necesito viajar a un lugar determinado, a aquella ciudad en donde se me olvida que soy provinciana y paso a sentirme tan citadina. Necesito volver a aquella cuidad en donde creo y quiero vivir el resto de mi vida, en donde espero que todos mis sueños y anhelos se cumplan, en donde espero ser mejor persona y donde espero que dicha ciudad me quede chica porque la habré recorrido lo suficiente como para llegar al punto de decir 'no más, quiero irme al extranjero'.
Esa ciudad es Santiago de Chile. Necesito casi por un asunto de vida o muerte subirme al Metro, bajar y vagar donde se me de la real gana, ver grandes extensiones de terrenos plagadas de árboles y pasto, disfrutar de los lugares, su infraestructura y del ambiente que envuelve cada rincón de la Metrópolis chilensis. Necesito volver a Starbucks, a Plaza Italia, al McDonald's de Santa Lucía, al Pueblo Artesanal de Santa Lucía, al Paseo Ahumada, A Londres y a París, al Parque O'Higgins, a La Moneda, a la Plaza de la Constitución…
Siento que en la única parte de este planeta en donde me siento 100% chilena es en la Capital misma. Es cosa de recordar dichos paseos, y que con cada paso dado, retumba en mí una canción de un grupo chileno. Eternidad para mis caminatas; y Siglos para mis paseos en Metro, por esa
atmósfera tan electrónica y única que envuelve al transporte subterráneo de nuestro país.
Además, las ganas de explorar nuevos sitios por cuenta propia me inspiran a volver, a querer descubrir nuevos lugares que deslumbrarán mi sentir y mis emociones, guardando cada momento en la memoria de los 'lindos recuerdos'.
Espero volver con muchas ansias y antes de lo esperado y presupuestado.
Porque sentirme libre es lo que me mueve.
Y lo disfruto.
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