Sunday, May 27, 2007

Cocker Spaniel

La madrugada del sábado, tuve uno de los sueños más raros que he tenido en mi vida (ya como si vivir no fuera raro). Fue un sueño bastante raro, pero de final feliz; bueno, en realidad no sé si feliz, pero bastante bueno y tranquilizador. Ya más adelante sabrán entenderme y sacar sus propias conclusiones.

Soñé que caminaba por una calle bastante transitada, mientras en una esquina, había un montón de borrachos y vagabundos dispuestos en círculo, observando y siendo parte, algunos, de un triste y deplorable espectáculo: se disponían a orinar a un perro que ya daba sus últimos ladridos y quejidos sobre esta tierra. El perro estaba extremadamente delgado, lleno de llagas que en ese momento sangraban, no tenía pelo alguno sobre su cuerpo y expedía un olor que indicaba con mucha notoriedad su cercanía a la muerte.

No!!! - grité mientras apartaba violentamente a aquellos seres que no tenían compasión por el siguiente acompañante de San Francisco de Asis en el cielo. Todos se fueron, menos yo, que me saqué el chaleco que traía puesto (a pesar del frío que hacía), y con él envolví al moribundo can, tratando de ahogar con gran fuerza de voluntad el mar de lágrimas que vendría a continuación tras presenciar tal ruin acto de la raza humana.

A pesar de la delicadeza con que tomé al perro entre mis brazos, fue imposible que no dejase escapar un par de aullidos, provocados por el inminente dolor de las llagas vivas. El can me miraba con los ojos empañados y húmedos, como queriendo decirme: ‘gracias, pero de todos modos moriré’. Seguí caminando con el can entre mis brazos, mientras lo mecía para ver si se quedaba dormido; y así fue, cuando llegué a casa, dormía plácidamente, y aún podía sentir sus débiles latidos.

Pasó un rato y despertó. Decidí bañarlo, a pesar de que sangraba por todos lados, porque quería hacerle curaciones. Este perro no se va a ir del mundo sin que alguien lo haya ayudado al menos intentar vivir un poco más. Lo tomé nuevamente entre mis brazos y lo metí a la tina con agua tibia. Dios mío!!! Ese animal aullaba tan fuerte, pero poco a poco fue quedándose tranquilo; quizás comprendió que yo no quería hacerle daño. Tomé una esponja y le unté un poco de shampoo para bebé, y se lo pasé por el cuerpo al moribundo animal. El color rojo del agua de la tina era impresionante… Aún así mi nuevo amigo seguía quieto, y casi podría ver en su deteriorado rostro una leve sonrisa.

Luego, lo saqué de la tina, lo sequé, curé sus heridas que estaban llenas de pus, lo abrigué bien bajo una cobija y le dejé algo de comida, que sólo olió y no comió. Llamé a un veterinario y le conté sobre el perro, pero lo único que me dijo fue que el perro no viviría mucho. Mediocre - dije tras colgar el teléfono con gran impotencia. Si el veterinario ni siquiera hizo el intento de salvarte, yo lo haré…

Y así pasó el tiempo. Día a día curaba las heridas del animal, haciendo mi mejor esfuerzo, luchando por la vida de un ser que quiere arrancarse de ella. Dedicaba mucho tiempo a su cuidado. Poco a poco el perro comenzó a comer y a recuperar el apetito y parte de su pelaje, comenzaban a salir pelos blancos por un lado, y cafés por el otro. Peinaba cuidadosamente cada mechón de pelo naciente de ese cuerpo que alguna vez abrazó a la muerte, pero que desde ese momento, parecía hacerle burla.

Al cabo de un mes, y volviendo de no sé que lugar, siento que dentro de casa ladraba fuertemente un perro. No creo que sea el perro que encontré - dije para mí misma, pero la sorpresa fue mayúscula al abrir la puerta. El perro que ladraba era el can que había encontrado moribundo una fría mañana, donde seres inhumanos abusaban cruelmente de él. El perro se dio cuenta de mi presencia y corrió hacia mí con muchas ganas, como si no me hubiese visto hace meses, quizás años. El perro saltaba de alegría, y cada centímetro de su piel estaba cubierto de pelos. Era realmente hermoso!!! En uno de sus saltos, logré tomarlo en brazos, mientras me lengüeteaba la cara de emoción. Me dirigí a la cocina y llené su plato de comida, que devoró en segundos.

No puedo creer que ese can haya logrado salvarse de la muerte, y todo porque alguien completamente ajeno a su mundo, decidió tenderle una mano (o una pata) sin recibir nada a cambio. Desde ese momento, y hasta entonces, su felicidad pasó a ser parte de mi alegría.

2 comments:

me. said...

aww ke lindo el sueño

komo ke deja nseñanza y wea

me imagino al perrito too feliz saltando kuando llegaste a la kasa.. awwww

saludos

byee

(soi la niña del /gerard_rox)

Naná Rose said...

hola!!
soy la del flog freak_alter_ego
no sabía que tenías blog!
recién lov eo en tu página
:)

wow! que sueño tuviste!
:O
increible!




saludos!


:)