Nuevamente la ley de Murphy golpeó mi puerta. No sé que motivos tiene la vida para ensañarse conmigo. Gracias a Dios, tengo este blog, uno de los pocos medios de descarga que tengo, ya que no puedo descargarme contra los muros de la pensión, ni lanzar platos a diestra y siniestra, ni gritarle a alguien como una energúmena enloquecida. Además, creo haber dicho en una entrada anterior que mi idea no es ni será desquitarme con personas inocentes. He aquí mi relato de lo acontecido el día lunes.
9:30 a.m.. La alarma del celular había sonado hace una hora atrás, pero aún no estaba fuera de mi cama. El motivo: un extrañísimo sueño que tuve durante la noche. Era la extraña continuación de un sueño anterior, en el que estaba embarazada. En esta segunda parte, ya había dado a luz a un hermoso varón. Lo más extraño, para variar, es que desperté con una gran sensación de paz y alegría, y tenía infinitas ganas de proteger a este nuevo ser que adornaba, de cierta forma, mi vida.
10:00 a.m.. Finalmente, me levanté y me dirigí hacia la cocina para desayunar. Como no es novedad, esperé que la casa estuviera vacía, para tener algo de paz, aunque sea a la hora del desayuno.
11:00 a.m.. Tomé los resúmenes de Procesal II y procedí a leerlos. Cada cierto tiempo, tomé breves descansos, que después me remorderían la conciencia, porque en la tarde habrían clases extraordinarias de Civil V y debía ir al centro a arreglar unos problemas en Falabella [Tendrán que pagarme por esta mención].
13:00 p.m.. Me llamaron a almorzar. Esta vez no estaba sola como un perro; me acompañaban las otras dos personas de la pensión. Luego, se me hizo la hora de ir a clases y debía partir.
14:20 p.m.. Iba rumbo a la universidad, y el tremendo sol que había se ocultó. Esto me hubiese dado lo mismo si hubiere vestido pantalón largo, pero no. La linda avispada había vestido bermudas todo el santo día, y me sentí bastante ridícula, porque además llevaba lentes del sol. Atroz. [Sí, sé que esto es muy superficial, pero es obvio que la gente me miró como bicho raro cuando llegué en bermudas y hacía un viento del polo norte. ¿Ahora me comprenden?]
16:30 p.m.. Entregaron los tan anhelados resultados de la prueba escrita de Civil V. De un universo de cincuenta personas aproximado, solo hubieron tres rojos. Como yo soy una persona bastante especial, uno de los rojos me pertenecía. Así que tuve motivos más que suficientes para sentirme miserable y amarga el resto del día.
18:00 p.m.. A la hora de almuerzo, había acordado con Ross ir al centro; nos encontraríamos a las afueras de Ripley [cobraré también por esta mención]. El asunto es que pasó infinidad de rato antes de que Ross llegara [o me encontrara]. Cuando al fin me halló, yo tenía mi inútil teléfono celular listo a discar su número de teléfono móvil [creo que le pediré a mi padre la versión nueva de mi celular].
18: 30 p.m.. Estábamos Ross y yo en Falabella, esperando a que solucionaran mi problema. Se demoraron una hora y media en emitirme una simple y corriente nota de crédito. A esas alturas, mis ánimos se hallaban entre el suelo de bajón, y el infierno de ira, porque tenía los pies acalambrados de tanto estar de pié en un solo lugar.
20:00 p.m.. A Ross se le ocurrió ir a la casa china que se encuentra a un lado de Falabella. Ella compró una peluca morada de papel metalizado; para celebrar el año nuevo -me dijo-. Mientras tanto, yo estaba más que feliz con mi nuevo descubrimiento: un perfume con olor a algodón de azúcar. Ustedes no se imaginan cuanto me gusta este dulce dieciochero; veo un algodón de azúcar y enloquezco inmediatamente.
21:00 p.m.. Ross y yo entramos a un céntrico supermercado. A mí se me ocurrió pasar las penas con unos quequitos, que además hace varios días tenía antojos de queque [¿será por lo del embarazo de ensueño?]. Saqué dos queques, cada uno a $990 (al menos, eso decía la etiqueta) y me dirigí a la caja a hacer el respectivo pago. Son $3380 -dijo la cajera-. No puede ser, si la etiqueta decía que costaba cada uno $990 -respondí aludida-. En ese instante, me dio toda la mierda que me había aguantado, y al final, no compré ni una cosa. Ahora sólo faltaba que la micro en la que me fuera a casa quedara en pana.
22:00 p.m.. Llamé a mi mamá y a Yamileth para contarles sobre mis desdichas estudiantiles. Según mi madre (que se halla en Drogo -cof cof- Tocopilla), en Antofagasta estaba lloviendo a cántaros, o al menos, esa era la información que habría recibido de mi sabio padre, que se encontraba en Antofagasta surtiendo el negocio familiar. Ahí supe también que mi hermoso perrito había quedado huérfano, y me dio más pena aún [y yo me pregunto cómo es posible que aún pudiera tener más pena], porque somos dos seres solitos en este mundo. Auuu. Yamileth estaba estudiando para Procesal, así que creo que interrumpí su momento de amor con las guías. Me habló de lo dura que puede ser la vida, y de lo cínicas que pueden llegar a ser las personas.
22:40 p.m.. Como aún seguía siendo un ser humano, me dio hambre, así que me dirigí a la cocina a comer. Me sentí más miserable, porque la comida era bastante vomitiva; pensé en que Cocoa la comería con más gusto que yo, era lo que había.
23: 50 p.m.. Decido escribir sobre las desdichas de este día para subirlas a Blogger. Pienso en subir a Fotolog [http://www.fotolog.com/_natytax1986_] una foto mía que, según los cercanos, peca de sexona. Yo creo que no; si hay algo que no soy es sexy. Es más, considero que soy bastante ahombrada, ando siempre en plan de cero producción, vestida más como hombre que como mujer, pero da igual [A lo mejor, por eso nadie que se precie del sexo masculino me pesca].
Finalizo el reporte de hoy. Es probable que no actualice en un buen tiempo, porque se vienen los nunca deseados exámenes finales. Así que si no llegare a actualizar, les deseo desde ya una Feliz Navidad, mis más sinceros deseos de un nuevo año maravilloso y lleno de dichas. Recen por mí, que necesitaré toneladas de ayuda celestial.
Cuídense.
Adiós.
^^
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment