Wednesday, November 29, 2006

Ley de Murphy 2.0

Nuevamente la ley de Murphy golpeó mi puerta. No sé que motivos tiene la vida para ensañarse conmigo. Gracias a Dios, tengo este blog, uno de los pocos medios de descarga que tengo, ya que no puedo descargarme contra los muros de la pensión, ni lanzar platos a diestra y siniestra, ni gritarle a alguien como una energúmena enloquecida. Además, creo haber dicho en una entrada anterior que mi idea no es ni será desquitarme con personas inocentes. He aquí mi relato de lo acontecido el día lunes.

9:30 a.m.. La alarma del celular había sonado hace una hora atrás, pero aún no estaba fuera de mi cama. El motivo: un extrañísimo sueño que tuve durante la noche. Era la extraña continuación de un sueño anterior, en el que estaba embarazada. En esta segunda parte, ya había dado a luz a un hermoso varón. Lo más extraño, para variar, es que desperté con una gran sensación de paz y alegría, y tenía infinitas ganas de proteger a este nuevo ser que adornaba, de cierta forma, mi vida.

10:00 a.m.. Finalmente, me levanté y me dirigí hacia la cocina para desayunar. Como no es novedad, esperé que la casa estuviera vacía, para tener algo de paz, aunque sea a la hora del desayuno.

11:00 a.m.. Tomé los resúmenes de Procesal II y procedí a leerlos. Cada cierto tiempo, tomé breves descansos, que después me remorderían la conciencia, porque en la tarde habrían clases extraordinarias de Civil V y debía ir al centro a arreglar unos problemas en Falabella [Tendrán que pagarme por esta mención].

13:00 p.m.. Me llamaron a almorzar. Esta vez no estaba sola como un perro; me acompañaban las otras dos personas de la pensión. Luego, se me hizo la hora de ir a clases y debía partir.

14:20 p.m.. Iba rumbo a la universidad, y el tremendo sol que había se ocultó. Esto me hubiese dado lo mismo si hubiere vestido pantalón largo, pero no. La linda avispada había vestido bermudas todo el santo día, y me sentí bastante ridícula, porque además llevaba lentes del sol. Atroz. [Sí, sé que esto es muy superficial, pero es obvio que la gente me miró como bicho raro cuando llegué en bermudas y hacía un viento del polo norte. ¿Ahora me comprenden?]

16:30 p.m.. Entregaron los tan anhelados resultados de la prueba escrita de Civil V. De un universo de cincuenta personas aproximado, solo hubieron tres rojos. Como yo soy una persona bastante especial, uno de los rojos me pertenecía. Así que tuve motivos más que suficientes para sentirme miserable y amarga el resto del día.

18:00 p.m.. A la hora de almuerzo, había acordado con Ross ir al centro; nos encontraríamos a las afueras de Ripley [cobraré también por esta mención]. El asunto es que pasó infinidad de rato antes de que Ross llegara [o me encontrara]. Cuando al fin me halló, yo tenía mi inútil teléfono celular listo a discar su número de teléfono móvil [creo que le pediré a mi padre la versión nueva de mi celular].

18: 30 p.m.. Estábamos Ross y yo en Falabella, esperando a que solucionaran mi problema. Se demoraron una hora y media en emitirme una simple y corriente nota de crédito. A esas alturas, mis ánimos se hallaban entre el suelo de bajón, y el infierno de ira, porque tenía los pies acalambrados de tanto estar de pié en un solo lugar.

20:00 p.m.. A Ross se le ocurrió ir a la casa china que se encuentra a un lado de Falabella. Ella compró una peluca morada de papel metalizado; para celebrar el año nuevo -me dijo-. Mientras tanto, yo estaba más que feliz con mi nuevo descubrimiento: un perfume con olor a algodón de azúcar. Ustedes no se imaginan cuanto me gusta este dulce dieciochero; veo un algodón de azúcar y enloquezco inmediatamente.

21:00 p.m.. Ross y yo entramos a un céntrico supermercado. A mí se me ocurrió pasar las penas con unos quequitos, que además hace varios días tenía antojos de queque [¿será por lo del embarazo de ensueño?]. Saqué dos queques, cada uno a $990 (al menos, eso decía la etiqueta) y me dirigí a la caja a hacer el respectivo pago. Son $3380 -dijo la cajera-. No puede ser, si la etiqueta decía que costaba cada uno $990 -respondí aludida-. En ese instante, me dio toda la mierda que me había aguantado, y al final, no compré ni una cosa. Ahora sólo faltaba que la micro en la que me fuera a casa quedara en pana.

22:00 p.m.. Llamé a mi mamá y a Yamileth para contarles sobre mis desdichas estudiantiles. Según mi madre (que se halla en Drogo -cof cof- Tocopilla), en Antofagasta estaba lloviendo a cántaros, o al menos, esa era la información que habría recibido de mi sabio padre, que se encontraba en Antofagasta surtiendo el negocio familiar. Ahí supe también que mi hermoso perrito había quedado huérfano, y me dio más pena aún [y yo me pregunto cómo es posible que aún pudiera tener más pena], porque somos dos seres solitos en este mundo. Auuu. Yamileth estaba estudiando para Procesal, así que creo que interrumpí su momento de amor con las guías. Me habló de lo dura que puede ser la vida, y de lo cínicas que pueden llegar a ser las personas.

22:40 p.m.. Como aún seguía siendo un ser humano, me dio hambre, así que me dirigí a la cocina a comer. Me sentí más miserable, porque la comida era bastante vomitiva; pensé en que Cocoa la comería con más gusto que yo, era lo que había.

23: 50 p.m.. Decido escribir sobre las desdichas de este día para subirlas a Blogger. Pienso en subir a Fotolog [http://www.fotolog.com/_natytax1986_] una foto mía que, según los cercanos, peca de sexona. Yo creo que no; si hay algo que no soy es sexy. Es más, considero que soy bastante ahombrada, ando siempre en plan de cero producción, vestida más como hombre que como mujer, pero da igual [A lo mejor, por eso nadie que se precie del sexo masculino me pesca].

Finalizo el reporte de hoy. Es probable que no actualice en un buen tiempo, porque se vienen los nunca deseados exámenes finales. Así que si no llegare a actualizar, les deseo desde ya una Feliz Navidad, mis más sinceros deseos de un nuevo año maravilloso y lleno de dichas. Recen por mí, que necesitaré toneladas de ayuda celestial.

Cuídense.
Adiós.
^^

Saturday, November 25, 2006

Le temo a...

Inevitablemente, todos le tememos a algo. Quién no teme nada, está muy equivocado; es más, debería temer de sí mismo, aún no se conoce bien. No se ha inspeccionado a sí mismo, se desconoce. Saber cuales son nuestros miedos nos hace más fuertes, así sabremos como actuar ante situaciones de frustrante pánico, que al menos, en mi vida, no han sido pocas.

Desde las típicas arañas, hasta miedos más concretos como el envejecer, adornan cada segundo de mi existencia. He reflexionado acerca de todo, y he inspeccionado cada milímetro de mi cerebro para saber con certeza, que produce los más grandes temores en mi.

He aquí el numerando de mis mayores miedos:

1) Ser una profesional mediocre: me es difícil recordar lo que he estudiado el semestre pasado. Mientras algunos compañeros son poco más que computadores con mucha memoria, yo sólo soy un pendrive de 128 MB. Me cuesta buscar ejemplos; y esto me preocupa bastante, porque ya se viene el ejercicio profesional, y el examen de grado [si me sigue yendo bien].
San Expedito, algo de ayuda hoy y siempre no me hará mal.

2) Miedo a envejecer: no me imagino [o al menos me cuesta] llena de arrugas, más parecida a una uva pasa que a una persona. He pensado seriamente en la posibilidad de estirarme el caracho después de los cuarenta, y en liposuccionarme toda aquella grasa [¿sólo grasa?, creo que piel también, y Botox en la frente, para borrar la arruga que me hace lucir enojada] que sobra de mi organismo antes de los 25 [es eso o me quedo completamente sola, porque bien es sabido que los hombres solo miran caras y no corazones], y cortarme la piel que me sobra, para hacer carteras finas y elegantes de cuero [Ya, yaaa, me pasé, nadie compraría algo tan repulsivo].

3) Llegar a ser una vieja achacosa: veo a mi mamá que tiene cuarenta y se queja de que le duele la cintura. Por otro lado, a mi hermana de 16 años le duele hasta la ropa; y mi tía Oti no lo hace nada mal: le duelen hasta los pensamientos. Yo quiero ser una persona activa, llena de energía y fuerza, destreza física y con muchas ganas y vitalidad. Por eso, no hay nada que me cargue más que una persona hipocondríaca [si, pero en los días R de regla es imposible no quejarse], que cree que sus dolores son los más intensos del mundo. Recuerdo a una compañera de colegio, que hoy es pareja de un sujeto muy conocido, que faltó a clases un día porque le dolía una UÑA. ¿Qué mierda es eso?. Se pasó. Sin comentarios. [Quería escribir algo más abajo pero no lo haré, porque las yemas de mis dedos se están despellejando con el roce de las teclas].

4) Ser una mantenida: nada peor que depender económicamente de un hombre [o de cualquier persona]. Yo quiero MI casa, MI auto, ropa costosa comprada con MI dinero, obtenido por MI trabajo, estirarme todo lo que quiera en el quirófano con MI sueldo. En fin, no quiero vivir llena de limitaciones, consultando en qué y cuanto debo gastar, ni malas caras por gastar el dinero de otro. He dicho.

5) Quedarme completamente sola: esto me da más miedo. Sola, acompañada solamente por gatos, perros falderos, pájaros, hámsters, lo que sea. Capaz que hasta los animales huyan de mí [Ya, toda una Elmira], y lo peor es que los comprenderé, y yo misma me encargaré de que sean libres y felices lejos de mí.

6) Ser la copia de otra persona: me cargan esas personas que dicen: ‘Ay, mi modelo de vida [o peor, y casi para el bronce: ‘yo quiero ser como…’] es Juanita de la Macorra’. Por favor, get a life. Yo sólo me sigo a mi misma: busco mi estilo, mi personalidad, mi propio mundo, mi yo, mi esencia, etc. [En lo único que me gustaría ser igual a alguien es en el físico, porque yo simplemente no tengo, y algún día me gustaría tenerlo].

7) No llegar a saber qué es el amor: ni idea si me casaré, si formaré una familia, si saldré del closet [creo que no, miro demasiado a los hombres… Díganme que no es rico fijarse en un culito masculino, bien paradito y formadito…], si seré una vieja separada, viuda, verde, etc. Cualquiera que fuere mi condición, quiero conocer el amor, de la mano de alguien que me quiera tal como soy [creo que el sujeto que se fije en mí, tendría un serio problema de zoofilia, porque le estarían gustando los cerdos], que me valore con mis defectos y virtudes, que me quiera cuerda y loca, santa y salvaje, rica o pobre, imbécil o inteligente [eh, no!]. Parece que con todo lo anterior, no estoy pidiendo un hombre: estoy pidiendo un imposible, un milagro. En este sentido, sólo me queda confiar en el comercial de Adidas: Impossible is nothing.

Ok.
Les dejo, para que sigan con su vida y yo con la mía...
Adiós!!!