Thursday, June 22, 2006

¡Tudo muito bem!


¿Conocen la ley de Murphy?. Para los que no sepán en que consiste, les cuento que es una especie de desgracia, una maldición muy trágica. Si comienzas mal un día, los sucesos que vendrán después no pueden ser mejores; serán más devastadores y crueles que el primer suceso.

Así, los días pueden ser buenos, malos, atroces... Pero hoy, que supuestamente sería uno de los mejores de mi vida, es uno de los más malditos.

Anoche, me fui a la cama con el consuelo de que hoy estaría en mi casa, en Tocopilla. Eso era lo planeado para el día de hoy, hasta las 12:15 aproximado, porque el destino me dio un vuelco en 180 grados.

A esa hora, supe una noticia que acabo con una de mis ilusiones de fin de semana: el fin de semana más largo del año, ya que no tendría clases el viernes ni el sábado... Error... Habían fijado nada más ni nada menos que tres bloques seguidos de Derecho Civil IV para el día viernes... Sí, el viernes en que yo estaría felizmente enredada en las sábanas de mi verdadera cama, con mis peluches al lado, y mi dulce Pollito deseándome la noche anterior un 'hasta mañana, que amanezcas bien'.

La sonrisa de mi cara se esfumó en milésimas de segundo, y fue cambiada inmediatamente por una sensación de emputecimiento... El anhelado fin de semana largo se cortó. Quise golpear algo o a alguien, pero no puedo. No es correcto desquitarse con la gente. No cometeré el mismo error dos veces.

Cuando me convencí de que las clases ya eran un hecho impostergable, llamé a mi virtuosa madre para avisarle que no iré hoy, y que ojalá me cambiaran el pasaje para mañana. Tomé la micro rumbo a la agencia, pensando en las putas consecuencias que puede llegar a producir un paro estudiantil. Me bajé de la micro, caminé aún más rápido de lo normal, con la cara amarga, llena de pesar. Llegué a la agencia, en donde por enésima vez he ido a cambiar los pasajes [no es la primera vez que por asuntos de la U tengo que cambiar el pasaje]. Por suerte [y muy buena suerte además, creo que la única de hoy], quedaba el ÚLTIMO pasaje para mañana, a las 19:30 hrs., asiento Nº 44.

Me largué del lugar. Todavía vociferaba puteadas mientras esperaba la micro de vuelta a 'la' casa. El transporte llegó, y como buena persona que no piensa en apestar a las otras con su mal humor, fui y me senté en los últimos asientos de la locomoción.

Hasta ahí no hay nada extraordinario, salvo que a cuadras más allá, se subió a la micro una manga de flaites [Lo siento, no tolero a los flaites ni a las rubias/rucias], que no hallaron mejores asientos que aquellos que venían vacíos al lado mío. 'Horror', pensé cuando semejantes seres se sentaron y comenzaron a hacer gala de ese vocabulario tan nutrido. 'En todo caso, no creo que pase algo peor', volví a pensar, pero para mi mala suerte, me había equivocado de nuevo.

Al tocar el timbre para que la micro se detuviera, el chofer pegó la frenada... Y adivinen donde fui a dar... Hubiera sido preferible haber caído en el pasillo de la micro, pero no... ¡Caí SENTADA en las piernas de un flaite!... Peor aún, comenzaron a gritar idioteces del tipo 'sexo sentido'... Morí.

Bajé del bochornoso transporte, rumbo a la pensión del terror, ensayando mi mejor cara de 'no me ha pasado nada'. Saludé cínicamente al engendro que existe por dueña de casa, subí las escaleras, ví mi cama, me tiré sobre ella, e hice algo que hace tiempo no hacía: llorar.

¿Por qué a mí?.¿Qué hice (o que no hice) para merecer esto?. El cuestionamiento terminó cuando me llamaron a tragar [Trago, porque no quiero ser parte del patético intento de familia... Además me siento como grillo (cri - cri) cuando me siento a comer con las bestias].

Subí al dormitorio, empaqué a 'Luis Mario II' en el bolso y bajé a tomar la micro para largarme de nuevo a la U, no sin antes revisar que 'delicia' había para la hora del té: guatitas [que me encantan, pero comerlas en la noche, es un asco... Y esta semana no han hecho atún, oh!].

Ahora heme aquí, desde la U, su humilde servidora contándoles su vida. Saqué un libro, a lo más ñoña: 'Las Obligaciones', de René Abeliuk. Hay que ponerse a tono con los exámenes, ¿o no?.

Cuídense mis querubines, y los veré cuando la vida me sonría, y no cuando se ría de mí.
Por mientras, besos y abrazos.
Adiós.

Tuesday, June 20, 2006

¡Qué tiempos aquellos!

Podría comenzar diciendo que hoy fue la segunda gran prueba de Constitucional; podría comenzar diciendo que le tomé odio a ciertas personas; podría comenzar diciendo incluso, que hoy estuve a sólo un metro de niño ‘Quen’, pero no…

Hoy seré egoísta [más aún], y hablaré de mí. Sí, de mí. Obviamente este blog es para eso [y otras cosas muchos más profundas]. Les contaré un transcurso de mi vida; no de aquella vida que comenzó hace tres años, cuando ingresé a un mundo llamado universidad, sino que del catastrófico mundo por el que todos pasamos… Creo que le llaman ‘colegio’.

Comenzaré diciendo que durante toda mi vida, fui a dos colegios distintos [apartando el jardín infantil]. En el primero, una escuela municipal, estuve desde kinder hasta sexto básico. Todo normal. Era una de las alumnas ‘lumbreras’ del curso; ñoña a más no poder, siempre obtuve los primeros lugares en notas, encabecé actos, era la encargada de izar la bandera el patriótico día lunes, fui separación de bloques en los desfiles [la típica niñita bien que va con la cinta tricolor entre curso y curso].

De esta etapa, mantengo hermosos recuerdos. Tuve amistades muy fuertes que duraron más allá del cambio de colegio, y más allá del pasar del tiempo. A algunas, todavía las hablo; y para mí eso es un logro, porque el resto nunca más me habló. Dijeron que me cambiaba de colegio porque era pituca, cuica, agrandada. No me importa, porque yo siempre busco lo mejor.

Pero esa búsqueda por un mejor futuro no tuvo buenos resultados. Me cambié de colegio, a uno particular subvencionado; en ese momento, lo mejor de Drogopilla [Porque ahora, es una mierda de colegio]. Estuve desde sexto básico hasta el mismísimo cuarto medio en esa institución mental. Al comienzo, todo era bueno, pero las cosas empeoraron, al menos para mí. Me sentí sola, desplazada, amenazada… Sin embargo, pude hacer muy buenas amigas [al menos, en séptimo y octavo básico], las que conservo hasta el día de hoy, y las veo seguido, porque comparten la misma universidad que yo.

Todo empeoró en la media. Como en todo grupo social, existen las personas tipo ‘top model’, no tanto por lo físico [que en este aspecto, es un resaltante muy efectivo], sino porque imponían cosas, modas… Todo en mis compañeros era ‘chori’ [flaite] y fashonista. Quién peleaba por tener las mejores cosas, el mejor todo.

Quise pertenecer a ese submundo, pero no pude. En primer lugar, no tengo ojitos azules ni verdes, y menos una hermosa y laaarga cabellera rubia [aunque ninguna de mis compañeras era así], y mucho menos, el físico de Cindy Crawford (aunque había una ‘cumpi‘ que tenía un serio problema con eso: ¡se juraba Cindy Crawford!). Tuve problemas con eso. Graves problemas. No comí durante un mes, todo me quedaba volando [que tiempos aquellos, porque ahora voy a Falabella y la talla más grande es la XS], me sentía liviana pero falta de fuerzas. Se podría decir que fue un principio de anorexia. Mientras estuve en el colegio tuve tres: uno en octavo, otro en segundo medio, y otro cuando salí de cuarto.

Para que hablar de ‘hombres’. Ninguno de los tipejos que me gustaron me pescó. En todo caso, eso sigue siendo una realidad bastante actual [Quiero tener el valor aunque sea para pedirle la hora a ‘Quen’]. Cambio de tema.

Ya en tercero medio, la situación mejoró ‘algo’, y sólo algo. Tuve una amiga… Había solo un problema: aparecía alguien con más ‘vida’ que su servidora, y pasaba a ser algo menos que un cero a la izquierda. No puedo negar que lo pasé bastante bien con ella: nunca me faltaron excusas para ir a fiestas, asados, bailes, incluso fugas a la playa.

Resumiendo, no hallaba la maldita hora de dejar el ‘cole’. Lloré en mi licenciatura, de emoción, estaba feliz de dejar atrás esa ‘desetapa’ de mi vida. Mantengo muy buenos recuerdos de tres profesores [en especial del profesor de historia, creo que fue el único que de verdad creyó en mí], y eso es todo. Del resto, ni hablar. Opté por olvidar quienes fueron mis compañeros. Nadie se mira a la cara. Podemos pasar rozando, pero somos completamente desconocidos.

Me dio pena. Ahora puedo decir que estoy bien. Lejos, la universidad es lo mejor que me ha pasado. Creo que soy más madura [eh… No!!!, tengo el lado pendejo muy bien desarrollado], he aprendido a convivir con gente indeseable, creo poder con el peso que llevo de ser yo.

He conocido gente grandiosa y honesta, tal cual son. Andrea, La Loca; las ‘Romanas’ [aunque en un comienzo, me parecían bastante raras], Rossana, y quien sabe quién más y que ahora no me acuerdo.

Lejos, y como dicen por ahí, ‘es mi mejor momento’. Aunque aún no consigo el codiciado cuerpo de modelo [no importa, para eso estudio y me pago mi buen arreglín], puedo decir que soy semi feliz, porque el hombre siempre aspira a más y nunca estará satisfecho con lo que suceda a su alrededor.

Que estén bien. Y recuerden a esta humilde servidora, que tratará de ser cada día mejor. Cuídense y… Adiós!!!

Thursday, June 15, 2006

Floto; luego caigo...


[Escrito ayer en la oscuridad]

Me sentaré y respiraré profundo, muy profundo. Apretaré fuerte mis dientes, porque tengo unas ganas enormes e incontrolables de llorar, de gritar, de maldecir a diestra y siniestra. Me siento mal. Muy mal. Bastante mal.

Hoy fue un día fatal. Mi prueba de Internacional, para la cual había estudiado durante dos semanas, fue un asco. No entiendo porque. Estudio y estudio incansablemente, día y noche, de sol a sol, casi sin respirar… Pero parece que todo mi esfuerzo no es suficiente. Creo que estoy cansada, o harta de todo el excremento que rodea mi fatídica vida.

Aún falta mucho para los exámenes, y heme aquí, desgastada y sin ánimos. ¡Alguien ayúdeme!, necesito un poco de aliento, necesito que alguien me abrace [de verdad] y que me diga que a pesar de todo este mal rato, todo estará bien… Debería ser todo mejor.

Creo que la voz que me dice ‘tu puedes’ se apagó. Murió, o al igual que yo, se cansó de engañarme repetidamente, no quiso seguir alimentando mis falsas esperanzas. Maldita voz, me hiciste flotar, y después, me dejaste caer.

¿Es normal sentirse plasta?, ¿es normal sentirse basura?, ¿es normal pensar que todo lo que haces no vale de nada?. Creo que eso no me hace menos persona… ¿O sí?… Ah! A estas alturas ya nada sé. Sólo sé que nada sé. Olvide por completo que existo, que respiro, que soy persona [o un intento de ello… Al menos tengo cuerpo, creo], que tengo sentimientos y que tengo derecho a sentirme mal. Lo acepto. Pero no quiero.

Después de la prueba, comencé a ser víctima de un ánimo funesto, y dije cosas que en todos mis cabales nunca diría. No me excuso [y menos me escondo] en mi mal ánimo, pero me gustaría pedir disculpas a quienes herí con mi lengua filuda; porque lo que menos quiero en esta vida es ser trasfusora de mala vibra. Disculpas. Entiéndase bien grande: DISCULPAS [Porque yo sólo le pido perdón al Altísimo; porque perdonar es divino, y disculpar es humano].

Cuídense un montón. Arriba el ánimo, para que alguien pueda animarme, vivir, respirar y ser por mí.

Adiós.

‘Si veo rodar la vida, tan sólo esperando su estúpida detención, si creo que la única forma de flotar es caer, entiende, fue sólo estupidez’.

Tuesday, June 13, 2006

Pobrecita ella!!!


La chica de la foto no tiene nada de pobre. Ha aguantado al monstruo más temible. Se quedó a solas con él todo el fin de semana, mientras yo hacía de payaso en mi tierra natal [porque Pollito me regaló una nariz de payaso…], trataba de estudiar Internacional, veía DVD’s, etc.

Su pesadilla comenzó el día viernes, en la mañana para ser más exactos.
Todo se resume a una llamada telefónica. Una simple e inocente llamada telefónica. Asunto: ella se quedaría sola en la ciudad. Sola. No habría nadie más en la casa que ella; en una tremenda, fría y lúgubre casa. Sola, en la oscuridad de la noche, con demasiados peligros inminentes. Por lo tanto, tenía mucho que temer… Su madre también.

Así que la tía llamó y le pidió un favor [que a mi parecer, no parecía descabellado] al monstruo. Pidió viajar hasta Antofagasta y alojar en el cuchitril para acompañar a su hija, que se quedaría sola [cualquier madre preocupada, cuerda y con tres dedos de frente haría eso, ¿no?]

Le pintaron un teatro de los mil demonios… Si hasta de ladrona fue tratada la tía, ¡Dios Mío!. Le dijeron que era una manipuladora, una controladora, una metiche. El monstruo dijo que tenía vida privada, que nadie tenía derecho a decirle que hacer, que nadie la mandaba [cosa que no es cierto, porque es esclava del engendro], y otra zarza de estupideces que solamente una loca puede decir.

Lo que vino después fue bastante degradante y patético [sí, me gusta usar la palabra ‘patético’]: ¡el monstruo lloraba en el teléfono!. Eso pudo significar lo siguiente: primero, que estaba armando un circo donde no debía haber; segundo, que en el fondo [pero bien al fondo] es humana (¿La verdad?, no creo que sea humana…).

Abruptamente, terminó la llamada. La madre llamó a su hija para contarle todo lo ocurrido, para que en caso de, supiera a que atenerse.

Dicho y hecho, la chica de la foto salió de su caja y se sentó a desayunar conmigo, mientras me susurraba todo lo que había pasado. Pensé que ya no podía quedar más atónita, pero me equivoqué. Quedé perpleja ante tanta m!3rd@, me sentía impotente, porque quién más que yo tiene ganas de largarse de aquí.

‘Monstruo, ¿viajarás?’, dijo la chica de la foto. ‘Después te explico’, vociferó fríamente el monstruo, dándome a entender que la futura conversación sostenida entre ambos personajes sólo competía a ellos, y que yo, salía sobrando.

Así que terminé mi desayuno, me paré de la mesa, y el duelo de palabras comenzó [Aunque creo que lo único que quería la chica de la foto era sacarle la cr€st@ y matar al monstruo… Se contuvo muy bien].

Dimes y diretes iban y venían. El monstruo no perdió oportunidad de decir las cosas más ridículas que se le ocurrieron en el instante [Oh, Dios Mío!, un rastro de inteligencia… Muero], mientras la chica de la foto se esforzó por sacar a relucir sus dientes. Ambas se desahogaron, respiraron y finalizó todo. Todo volvió a ser como antes [supuestamente], como si nada hubiese pasado. Todo eran luego ‘sonrisas’, conversaciones ‘profundas’, de esas que llegan cínicamente al corazón.

En la tarde, hice mis maletas y me marché hacia lo arcaico, la ciudad de los trogloditas [sin ofender, ¿eh?, porque yo también soy de allá, nací allá… Es arcaico en el sentido que no hay progreso; y no quiero ser fatalista, pero nunca lo habrá]; y quedé preocupada por el destino de esta chica ¿Qué será de su alma el fin de semana?, ¿podrá sobrevivir nuevamente a otro combate?, ¿la tratarán como se merece? [o al menos, como la hacen merecer casi $120.000].

Felizmente, y según ella, todo estuvo bastante ‘normal’. En todo caso, no se le puede tratar aún más mal [¿o si?].

Lo único que quiero decirle a la chica de la foto es, aunque le sea imposible [yo también estoy hartísima], que tenga aún más paciencia [aunque con los locos no hay remedio]. Eres millonaria en paciencia y valentía, cualquiera ya se habría ido. Si ambas tenemos suerte, y todo sale según lo planeado, el próximo año pasaremos a mejor vida. Tú con tu hermano, en un hogar lleno de amor, y yo sola [Andrea, tú te vienes conmigo, ¿eh?] en un departamento, cerca de mi casa de estudios.

Cuídense de cualquier plasta que se les quiera tirar encima. Abrazos y besos.

Fin de la transmisión.

P.D.: Niña de la foto: mi distinguida madre te dejó la invitación para que cualquier fin de semana en que no puedas ir a tu lugar de origen, te vengas conmigo a Tocopilla [siempre y cuando yo también vaya, porque los dramas son cuando sólo una de nosotras se queda]. Y dijo lo mismo que yo: ‘lo que más sobra es espacio’. Así que, no tengas duda en pedir ‘alojamiento’, porque serás bien recibida y atendida por la gente de la casa… Y para cualquiera que sea mi amigo, siempre será bien recibido en mi casa, las puertas y el corazón están abiertos… Al igual que, próximamente, en mi departamento…

Tuesday, June 06, 2006

Y tú... ¿Qué harías?...


Estos últimos días han estado marcados de manifestaciones estudiantiles, paros, tomas, desordenes y desmanes varios; en fin, todo un caos. En mi humilde opinión, todo lo anterior no se dirige hacia algún lado. No existe un punto de referencia coherente hacia el cual se quiera llegar, y si lo hay, se ha vuelto confuso; porque primero se pedían ciertas cosas, y ahora, se piden otras…

Creo que es la sublevación de un pueblo que se ha mantenido estático por casi 16 años; pero ¡vaya forma de manifestarse!. Lo que había empezado como una sencilla manifestación pacífica, se ha vuelto en una gresca de enormes proporciones. Después nos quejamos de que nadie nos oye y nos toma en serio. Sin comentarios.

Lo que sin duda capta mi atención es otra cosa; bastante estúpida, pero preocupante [Al menos para mí].

Ayer, escuchando ‘Colegio 40’ [uno de mis programas radiales favoritos], se lanzó al aire una pregunta que tiene estrecha relación con el día que vivimos hoy: 6 de Junio de 2006… ‘Si el mundo se acabara, ¿qué harías?’. De un momento a otro, mi cerebro comenzó a hacer un análisis retrospectivo acerca de ‘mi’ vida.

Me sentí patética, porque me di cuenta que me faltan muchas cosas por hacer, y que por temor [yo creo que más vergüenza y miedo a la opinión de los demás], no he hecho. ‘¡Vaya!’, pensé. ‘No he hecho tantas cosas… Es hora de pensar que haría si todas esas profecías sobre el fin del mundo se hicieran realidad mañana’.

De forma casi inmediata, necesite vomitar todo lo que tenía dentro. Así que llamé a Andrea [que en todo caso igual la iba a llamar, porque el día lunes es el ‘Día de llamada telefónica a Andrea’], me ausenté del cuchitril por ese instante, marqué su número de teléfono y hablé.

‘Hola’, dije. ‘Seo Mun, estaba esperando que llamaras’, dijo Andrea. Antes del gran tema, conversamos sobre otros asuntos sin importancia [al menos en ese instante, porque igual me urge saber si va o no la prueba el jueves, o si la U está en paro hasta quien sabe cuando], pegando carcajada por cada estupidez dicha.

Luego, recordé el verdadero propósito de mi llamada, así que pregunte: ‘Andrea, si mañana se acaba el mundo, ¿qué harías?’.

Este es el ‘listado’ que me dio Andrea:
1) Sentarse en una pica; y
2) Sentarse en una pica.

Como verán, esta mujer no tiene más opciones [porque no es más variada o no se le ocurrieron más cosas], así que sería feliz muriendo en una pica. Cada cual practica el sexo que quiere. [Jajaja, ¿La verdad?, quiere sentarse en una pica de madera, donde se derramó tanta sangre araucana].

‘Y tu Seo Mun, ¿qué harías?’, dijo la dama loca. Les enumero cada estupidez que brotó en el instante.

1) Me fumo un caño enorme, o me tomo un éxtasis, o en su defecto, jalo una raya, para saber que se siente andar drogado.
2) Me tiro de un edificio de miles de pisos [con cama elástica bajo, claro, porque o sino, no podré hacer lo que viene después], sólo para tener una aproximación a lo que es volar.
3) Me comería una olla enorme de sopaipillas pasadas en chancaca, de esas que sólo mi señora madre hace [el fin de semana voy para allá, si el mundo no acaba]. Vería a Pollito, Angeldust, a Gokú y a mi papá.
4) Iría a la tienda ‘exótica’ que hay en el edificio ‘Caracol’. Buscaría un disfraz de sacerdote [de esos negros con cuello blanco], lo compraría, y se lo pondría a ‘Niño Quen’ (no alcanzó para ‘Ken’, pero no importa) [Niño Quen es un personaje de la U que me gustó demasiado… Es que es taaan lindo!... Vuelvo a la realidad]… Claro que, no le duraría mucho tiempo puesto… [Es que desde que vi a un cura salir así del San Luis… Era alto, de pelo negro y ojos azules. Me dije: ‘No, no puedes ser cura con esa facha!’]
5) Bueno, y otras estupideces más corrientes: compraría muchísima ropa, Converse de todos colores, me robaría un Chrysler Sebring descapotable (y por fin aprendería a manejar), le diría a la gente que me cae mal que la odio, tomaría leche a montones [la gente sabe por qué], me haría piercings hasta en las huarifaifas (no sé como se escribe) que no tengo…

Así que les dejo el ‘Topic’: si fuera el fin del mundo, ¿qué harían?.

Cuídense bastante, y recen porque sus profanas almas vayan al cielo en caso de emergencia. Que el Señor los acompañe, y no sigan al lado oscuro de la fuerza, porque éste corrompe.

Cambio y fuera.

P.D.: Sería bastante triste que después de hacer todas esas estupideces, descubrir que el mundo no se acabará, y viviría el resto de mi vida con la vergüenza encerrada en el pecho… En tal caso, me tiro de un edificio... Pero, ¡sin la cama elástica abajo!